La ashwagandha es una planta medicinal originaria de Asia y África que tiene múltiples beneficios para la salud. En este artículo te explicamos qué es la ashwagandha, para qué sirve y cómo tomarla de forma segura y eficaz.
¿Qué es la ashwagandha?
La ashwagandha (Withania somnifera) es un arbusto de hoja perenne que pertenece a la familia de las solanáceas, la misma que el tomate, la patata o el tabaco. Su nombre significa "olor a caballo" en sánscrito, debido al aroma que desprenden sus raíces.
La parte más utilizada de la planta son las raíces, que se secan y se muelen para obtener un polvo fino de color marrón. También se pueden usar las hojas, las flores y las semillas, pero son menos comunes.
La ashwagandha es una planta muy importante en la medicina ayurvédica, una tradición milenaria de la India que busca el equilibrio entre el cuerpo, la mente y el espíritu. Se considera que la ashwagandha es un adaptógeno, es decir, una sustancia que ayuda al organismo a adaptarse al estrés y a mejorar su resistencia.
¿Para qué sirve la ashwagandha?
La ashwagandha tiene numerosas propiedades y beneficios para la salud, avalados por estudios científicos. Algunos de los más destacados son:
- Reduce el estrés y la ansiedad: la ashwagandha ayuda a regular los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y a mejorar el estado de ánimo. También tiene un efecto sedante y relajante sobre el sistema nervioso central, lo que favorece el sueño y combate el insomnio.
- Aumenta la energía y la vitalidad: la ashwagandha estimula el metabolismo y mejora el rendimiento físico e intelectual. También ayuda a prevenir y combatir la fatiga, la debilidad y la anemia.
- Fortalece el sistema inmunológico: la ashwagandha tiene propiedades antiinflamatorias, antioxidantes y antimicrobianas, que protegen al organismo de las infecciones y los radicales libres. También modula la respuesta inmune y previene las enfermedades autoinmunes.
- Mejora la salud sexual y reproductiva: la ashwagandha aumenta la libido y la fertilidad tanto en hombres como en mujeres. También mejora la calidad del semen y los niveles de testosterona en los hombres, y regula el ciclo menstrual y los síntomas de la menopausia en las mujeres.
- Regula el azúcar en sangre: la ashwagandha ayuda a controlar los niveles de glucosa en sangre y a prevenir o tratar la diabetes. También mejora la sensibilidad a la insulina y previene las complicaciones asociadas a la diabetes.
- Protege el corazón: la ashwagandha ayuda a reducir el colesterol, los triglicéridos y la presión arterial, factores de riesgo para las enfermedades cardiovasculares. También previene la formación de coágulos sanguíneos y mejora la circulación.
- Previene el cáncer: la ashwagandha tiene propiedades anticancerígenas, ya que inhibe el crecimiento y la proliferación de las células tumorales. También potencia los efectos de la quimioterapia y reduce sus efectos secundarios.
¿Cómo tomar ashwagandha?
La forma más habitual de tomar ashwagandha es en polvo o en cápsulas, que se pueden encontrar en herbolarios o tiendas especializadas. La dosis recomendada varía según el objetivo y la persona, pero suele oscilar entre 300 y 600 mg al día.
Se recomienda tomar ashwagandha por las mañanas o por las tardes, preferiblemente con una comida o con leche. No se debe tomar por las noches, ya que puede interferir con el sueño.
La duración del tratamiento con ashwagandha depende del caso, pero se aconseja no superar los tres meses seguidos sin hacer un descanso. También se debe consultar con un médico antes de tomar ashwagandha si se tiene alguna enfermedad crónica o se está tomando algún medicamento.
¿Qué contraindicaciones tiene la ashwagandha?
La ashwagandha es una planta segura y bien tolerada por la mayoría de las personas, pero puede tener algunas contraindicaciones o efectos secundarios en casos puntuales. Algunos de ellos son:
- Embarazo y lactancia: no se recomienda tomar ashwagandha durante el embarazo o la lactancia, ya que puede provocar abortos espontáneos o afectar al desarrollo del bebé.
- Alergia: algunas personas pueden ser alérgicas a la ashwagandha o a otras plantas de su misma familia, como el tomate o el tabaco. Los síntomas pueden incluir erupción cutánea, picor, hinchazón o dificultad para respirar.
- Problemas digestivos: dosis altas o prolongadas de ashwagandha pueden causar malestar estomacal, diarrea, náuseas o vómitos.
- Problemas hepáticos: en casos raros, la ashwagandha puede afectar al funcionamiento del hígado y causar daño hepático. Se debe vigilar los niveles de transaminasas y bilirrubina si se toma esta planta.
- Interacciones medicamentosas: la ashwagandha puede interactuar con algunos medicamentos y potenciar o disminuir sus efectos. Algunos ejemplos son los anticoagulantes, los antihipertensivos, los antidiabéticos, los sedantes o los inmunosupresores.
Conclusión
La ashwagandha es una planta medicinal con múltiples beneficios para la salud. Puede ayudar a reducir el estrés, aumentar la energía, fortalecer el sistema inmunológico, mejorar la salud sexual y prevenir el cáncer.
Sin embargo, también tiene algunas contraindicaciones y efectos secundarios que hay que tener en cuenta. Se debe tomar con precaución y bajo supervisión médica si se tiene alguna enfermedad crónica o se está tomando algún medicamento.